Tecnología educativa

Educar en la virtualidad en tiempos de pandemia

Propuesta para enseñar con éxito en la virtualidad

En este artículo, María José Goenaga expone una propuesta en la que promueve educar en la virtualidad desde el sentido pedagógico.

Estos días los educadores nos encontramos frente a enormes desafíos: atravesar la cuarentena en nuestras casas y sostener la continuidad pedagógica de los estudiantes de todos los niveles del sistema educativo en la virtualidad. Enseñar en la virtualidad en una escuela tradicional anclada fuertemente en la presencialidad del SXX y con docentes que manejan las tecnologías de manera dispar nos enfrenta a un antes y un después en la educación. Como en toda crisis, hay una enorme oportunidad de aprendizaje: ¿Qué cambiará a partir de ahora?

Sin duda algo que debe cambiar es la visión que distintos actores del sistema educativo, tienen sobre la virtualidad. Comprender lo complejo y la gran cantidad de tiempo que insume pensar, diseñar, acompañar con propuestas de enseñanza virtuales a nuestros estudiantes. 

Comparto algunas preguntas que surgen del intenso intercambio que tuve todos estos días con docentes de distintos niveles y trataré de aportar algunas ideas que los ayuden a pensar en acciones que puedan poner en práctica: ¿Qué sucede con los entornos virtuales de aprendizaje en este contexto? ¿Qué habilidades debe tener un docente inmerso en la cultura digital? ¿Alcanza con saber manejar google drive o classroom? ¿Cuáles son los espacios virtuales con los que cuenta la institución? ¿Utilizo sólo esos? ¿Puede emularse la clase presencial a través de herramientas que por ejemplo nos permiten hacer videoconferencias? ¿Cómo diseño una clase en la virtualidad? ¿Cambia la forma en que debemos abordar los contenidos y la planificación didáctica? ¿Sigo con los mismos recursos que utilizo en la clase presencial?

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es el factor solidaridad. Más allá del aislamiento físico, los entornos virtuales nos permiten construir redes solidarias entre docentes de la misma institución, pensando temas o contenidos en común que pueden ser abordados desde una mirada multidisciplinar. Esto nos cuesta mucho porque estamos acostumbrados a un sistema educativo que es fragmentado, con una secuencia de contenidos progresiva y lineal que sigue siendo hegemónica. Pero en la virtualidad esta opción no es la ideal. Un buen ejercicio en estos casos es correrse del imperativo “tengo que enseñar este contenido, tal como lo concibo en la presencialidad” y pensar necesariamente en cómo rediseño la planificación didáctica de la propuesta. Si no queremos fracasar tenemos que preguntarnos de nuevo, no tanto por el qué enseñar, (eso lo sabemos) sino por el cómo vamos a enseñar esos contenidos. Por ejemplo podemos abordar la pandemia que estamos atravesando como un contenido que puede ser trabajado desde diversas áreas: ciencias naturales, ciencias sociales, construcción de la ciudadanía, filosofía, comunicación…

Tenemos que pensar que es imposible reproducir la clase presencial en la virtualidad. Quedarse en esta pretensión no solo es difícil sino que también puede generarnos ansiedad y grandes frustraciones por no poder acompañar a los estudiantes como quisiéramos. Los entornos virtuales son anacrónicos. 

Los entornos virtuales son espacios con lógicas diferentes, que no sólo exigen el manejo técnico (saber armar un aula virtual por ejemplo en Google Classroom, usar un blog, etc) sino que también nos obligan a repensar la enseñanza. Sí por ejemplo quiero usar una herramienta  para hacer videoconferencias me tengo que preguntar el ¿para qué? ¿Quiero hacer una videoconferencia para ampliar un tema que considero difícil? ¿Con cuántos estudiantes voy a hacer la reunión? ¿Participarán todos? ¿Cuántas veces voy a usar esta herramienta? Agotar el uso de un recurso tecnológico no es una decisión inteligente. Por más cantidad de encuentros en línea que haga, no voy a reemplazar la presencialidad porque ese no es el objetivo. Tendré que planificar muy bien cómo y para qué realizo esos encuentros en línea. Cuál es el sentido pedagógico. 

Mi propuesta se sostiene en una trama pedagógica: “No al revoleo”. Debemos preguntarnos por el sentido didáctico de lo que voy a enseñar. Cómo involucro a los estudiantes en esas propuestas que pueden enriquecerse desde las narrativas hipermedia: con textos, imágenes, videos, links que amplíen información, historias de Instagram, uso del whatsApp… La red nos permite crear diálogos expandidos con lo que tenemos a disposición. Teniendo en cuenta también que no todos los estudiantes tienen acceso a Internet o a veces ese acceso se ve limitado.

Los docentes debemos reconocernos como usuarios de la tecnología y no olvidar que en los entornos virtuales seguimos siendo humanos. El tipo de mensaje que vamos a escribir, el tono de la comunicación, la forma en que vamos a encarar nuestras propuestas, sostener el diálogo con los estudiantes, siendo respetuosos de nuestros tiempos institucionales, sin duda no reemplazará la presencialidad, pero nos ayudará a construir cercanía en la lejanía física y también a sobreponernos de la angustia que genera el no saber cómo hacerlo.

Este es el momento de generar entornos colaborativos de aprendizaje: de seguir aprendiendo del y con los otros, de pedir ayuda, de probar, de equivocarnos y no sentirnos mal por eso. De que las cosas no están “bien” o “mal”: seguimos siendo sujetos del aprendizaje.  De estar abiertos a nuevas propuestas y como siempre a la posibilidad de seguir repensando nuestra tarea, hoy con más compromiso que nunca. 

María José Goenaga
Lic / Prof en Ciencias de la Comunicación
Especialista en Tecnología Educativa, UBA
Docente y capacitadora en Tecnologías de la Información y la Comunicación.

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