Familias

Crianza digital: un reto clave para los educadores y los padres de hoy

Crianza digital en un mundo cambiante

Que las infancias en la actualidad no son como las de antes, es más que un cliché. Smartphones, tablets, notebooks, entre otros dispositivos que dan la posibilidad de estar conectado y consumiendo las 24 horas del día en el ciberespacio, resulta una realidad cotidiana muy disímil a la que experimentaron los padres y abuelos de los niños y adolescentes de hoy.

La crianza digital ante los desafíos actuales

Aunque no ocurre lo mismo en todos los sectores sociales, en la actualidad las pantallas están más presentes que en ningún otro momento precedente de nuestras vidas. En tiempo de pandemia y distanciamiento social, múltiples actividades pasaron a realizarse a través de las pantallas, dada la imposibilidad del encuentro cara a cara.

Cuando muchos referentes aconsejaban que en los primeros años de la infancia lo mejor era ofrecer las pantallas el menor tiempo posible, nos enfrentamos a niños muy pequeños que empezaron a tener las clases de sus educadores por Zoom u otros recursos de comunicación sincrónica, con periodicidad semanal.

De esta manera, los infantes tuvieron un lazo más temprano y cotidiano con las tecnologías digitales de la que sus padres se hubieran imaginado y hubiesen consentido tiempo atrás. Ya no solo para jugar y distraerse, sino para aprender diariamente con sus docentes y compañeros de clase. Esto no solo ocurrió a los niños, sucedió en todas las edades y en todo el planeta.

Dado el distanciamiento social, las personas adaptaron su educación, pasatiempos, encuentros y quehaceres laborales a las posibilidades de la comunicación digital, para poder realizarlas. Así internet pasó a ser el centro de nuestras vidas, tan necesario como respirar. Muchas personas, sin acceso a dispositivos y conectividad quedaron marginadas de estas posibilidades de transformar actividades y prácticas presenciales a la virtualidad. La brecha digital quedó aún más en evidencia en pandemia.

La escuela a través del ordenador ingresó a cada hogar, las voces de educadores y compañeros de escuela se escuchó por todos los rincones de las casas, mixturándose con dormitorios, cocinas, comedores, visibilizando también la participación de mascotas, entre otros integrantes del hogar. El ámbito cerrado y privado del mundo familiar, desdibujó sus límites y se entremezcló con los colores y sonidos escolares. Los tradicionales rituales del mundo educativo se hicieron añicos, y surgieron otros nuevos con el paso de los días del año 2020.

Este escenario, trajo como consecuencia que la ciudadanía digital y la crianza digital se tornen tópicos aún más indispensables de lo que ya eran. Los adultos, sea desde su rol de padres o educadores por haber crecido en otro contexto sin un ecosistema digital tan diversificado y omnipresente, no han sido formados y no poseen ni los saberes ni la experiencia que se necesitan para orientar y acompañar a las nuevas generaciones en temáticas como: sharenting, phubbing, ciberbullying, sexting, grooming, fake news, retos virales, entre otras.

La crianza digital comprende -en tanto padres o educadores- la decisión de cuándo se permite la entrada de celulares y computadoras en la cotidianidad de la familia o la escuela. A partir de qué edad, con qué objetivo, en relación a qué contenido y por cuánto tiempo.

Lamentablemente en reiteradas ocasiones estos dispositivos se ponen a disposición como un “chupete electrónico”, sin ningún acompañamiento adulto de cómo debe ser consumido. Existen muchos contenidos engañosos que bajo el nombre de un personaje animado famoso, esconden contenido adulto, a veces de carácter pornográfico, o el caso de las fake news, las noticias que se presentan como veraces y no lo son, dando rienda suelta a la desinformación y los rumores, que generan ansiedad y manipulación en la sociedad.

Adhiero a la idea de que en sí misma la tecnología no es ni buena ni mala, lamentablemente hay quienes la usan con fines negativos con el objetivo de dañar a otros, pero también puede utilizarse para alcanzar metas muy positivas, por ejemplo promoviendo la expresión de discursos propios y el empoderamiento. Por ello, la necesidad de los adultos de formarse para a su vez formar a las generaciones más jóvenes que tienen en claro los usos operativos, pero no las competencias críticas y reflexivas de sus prácticas en línea, porque ser astuto en temas digitales va más allá de tocar la pantalla o apretar una tecla para ingresar a un sitio web.

La recomendación entonces destinada a todo adulto es informarse y formarse en estos temas, para acompañar tal como dice Sebastián Bortnik (2020) a las nuevas generaciones desarrollando el rol de “mentores digitales” con el fin de alentar a través del diálogo prácticas responsables, seguras y proactivas vinculadas al uso de la web.

En el libro Guía para la crianza en un mundo digital Bortnik señala que “la crianza digital es fundamental y construye cimientos hasta los 6 años, es muy activa entre los 7 y los 12, y se vuelve muy pasiva desde los 13 años. Cuando llegamos a esa etapa, lo importante es el acompañamiento, estar disponibles, haberlos empoderado para que sepan cuidarse proactivamente y pidan ayuda cuando la necesitan.” (Bortnik, 2020: 194)

Ideas faro para habitar el mundo digital

En el año 2001 Prensky creó y divulgó el concepto de “nativos digitales” para caracterizar a aquellos jóvenes nacidos en las últimas décadas, entendiendo que éstos manejaban la tecnología como “peces en el agua”. A partir de esta suposición, estimaba que no necesitaban aprender a usar la tecnología, porque la conocían y se vinculaban con ella desde su nacimiento. A estos “nativos digitales” los diferenció de los “inmigrantes digitales” en referencia a las generaciones más adultas que debieron incorporar tardíamente las tecnologías en su cotidianidad, lo que supone una serie de desconocimientos y prejuicios frente a estos dispositivos. Ambas categorías circulan todavía con mucha fuerza por los ámbitos educativos, encerrando múltiples contradicciones.

En los intercambios con fines pedagógicos, los nativos digitales usan las tecnologías pero en prácticas superficiales: si bien desarrollan usos recreativos, desconocen de qué modo buscar, seleccionar y ponderar la enorme cantidad de información que se encuentra en la red.
Por otro lado, los usuarios de corta edad son ingenuos en temas de identidad digital, confían de los perfiles falsos en Facebook o Instagram, de allí la relevancia de trabajar temas de crianza digital.

Muchas veces se festeja y se considera inteligentes a los pequeños por entrar sin estar alfabetizados a un sitio web de su interés, al ver un logo o una letra. Ello no es sinónimo de la inteligencia de los usuarios, sino del habilidoso trabajo de ingenieros y diseñadores.

Por otra parte, las ideas de Prensky acerca de que todos los niños y jóvenes son nativos digitales, mientras que los adultos serían inmigrantes digitales, se basan solamente en aspectos ligados a la edad. No obstante, esta variable no alcanza para caracterizar la apropiación que se hace de las tecnologías digitales de la comunicación. Pues un niño puede pertenecer a un sector de bajos ingresos, sin acceso a celular y computadora y entonces no ser considerado un nativo digital, y un adulto puede haberse adaptado perfectamente al uso de redes sociales y otros recursos digitales. También una misma persona, puede considerarse nativa para ciertas competencias digitales, e inmigrante en otras. Entonces, este tema no se resuelve con un pensamiento reduccionista, lineal y binario.

Los postulados de Prensky sobre los nativos digitales, han fomentado el corrimiento de las personas adultas, ya sean padres o educadores de su rol esencial en formar en competencias digitales a las nuevas generaciones, que sí son hábiles en cuestiones operativas de las tecnologías, pero desconocen usos más profundos, necesarios y reflexivos ligados al desarrollo de criterios de selección, seguridad, entre otros.

En ese sentido, a veces se subestima la importancia de hacer un uso seguro, responsable y educativo de internet, considerando que el mundo virtual no es parte del mundo real por ser de carácter intangible. Esto constituye un gran error. Nuestra vida es una sola, que podemos analizar y separar las prácticas comunicacionales que son cara a cara, de aquellas que son digitales. No obstante, ambas poseen el igual valor y los mismos impactos en nuestras subjetividades. Por ejemplo, cuando alguien no nos contesta un mensaje de una red social o lo hace de mala manera, ello ocurre en nuestra vida y nos entristece. A veces se cree de manera equivocaba que por no ocurrir cara a cara, carece de valor.

Quisiera despedirme con una invitación, como formadora de formadores muchos de los estudiantes que he tenido en el nivel superior si bien han escuchado estas violencias digitales que he mencionado a lo largo de este artículo, desconocen en profundidad sus significados y relevancia. En el 2020 desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, con las colegas María Victoria Martin, Aylén Alba y Julieta Cané hemos ideado y publicado un e-book que aborda temáticas ligadas a la pandemia, la educación, el cuerpo, las subjetividades, las pantallas, entre otros tópicos esenciales, junto a otros estudiantes y especialistas que invitamos a participar de la obra, que se llama “La aventura de innovar con TIC III. Oportunidades y desigualdades en el marco de la pandemia”. El cual puede descargarse gratuitamente del siguiente enlace https://bit.ly/34t7pzb

Por último, quisiera destacar que cada adulto, sea padre o educador tiene una enorme responsabilidad en la formación de las nuevas infancias. El grooming, el sexting, el ciberbullying, entre otras problemáticas, provocan impactos enormes en las subjetividades, se han conocido casos de violación, homicidios y suicidios. No obstante, mi intención no es alarmar, pero qué mejor entonces que ocuparnos de ello, porque prevenir es siempre el mejor camino.

Bibliografía


-Bortnik, Sebastián (2020) Guía para la crianza en un mundo digital. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Siglo XXI editores.
Martin, María Victoria y Vestfrid, Pamela (2020) La aventura de innovar con TIC III. Oportunidades y desigualdades en el marco de la pandemia. La Plata, EPC. Disponible en https://bit.ly/34t7pzb

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Pamela Vestfrid

Licenciada y Profesora en Comunicación Social, egresada de la FPyCS de la UNLP Investigadora y docente del nivel terciario y universitario en la ciudad de La Plata, integrante de FUNDANYCC Email: pvestfrid@gmail.com

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