Docentes

¿Cómo los chicos aprenden a ser aprendices autónomos?

Enseñar a aprender

“Los chicos no se organizan”. “Les pedí que estudien y no lo hicieron”. “Estudian todos del mismo resumen”. Estas son frases que solemos escuchar con frecuencia en sala de profesores, lo que implicaría que la organización de los estudiantes suele ser un tema de interés para muchos.

Sin embargo, ¿cuántas veces solemos poner estos temas en agenda dentro del aula? Por lo general acostumbramos a hacerlo poco, ya que suponemos que nuestros estudiantes tendrían que tener ciertas herramientas incorporadas con anterioridad. Pero la realidad nos pega como un baldazo de agua fría haciéndonos dar cuenta de que eso, efectivamente, en un montón de casos no sucede.

Esta problemática, que involucra la organización de los estudiantes o ausencia de la misma, debería resultar de interés para todo el equipo docente ya que repercute fuertemente en el desempeño de los alumnos. En nuestro día a día, los profesores brindamos a los chicos distintas tareas y actividades a realizar pero pareciera ser que ronda una falta de consciencia de que no todos entienden en su totalidad qué implica cada actividad, cómo organizarla y desarrollarla.

¿Qué papel juegan los directivos y coordinadores en esta organización? Son agentes multiplicadores entre su equipo en la difusión de información. Al momento de abordar la problemática, pensé en todos aquellos que alguna vez sentimos una falta de sincronización entre lo que estaba pasando en la cabeza del educador y del alumno. Pensé en todos aquellos que dijimos “estudien para el viernes” sin siquiera preguntarse si los chicos entendían o no lo que ello significaba e implicaba. Debemos dejar de lado la idea de “dar por sentado” centrándonos en el contenido disciplinar y poner el foco en las habilidades de estudio necesarias para aprender ese contenido. Si nos centramos más en las habilidades entonces resultará más obvio a los docentes pensar y poner sobre la mesa las capacidades que los chicos tienen que desarrollar para llegar a ese contenido.

Muchas veces los profesores del secundario culpabilizamos a los docentes de años anteriores de las falencias de nuestros alumnos: “vienen así de primaria”, acostumbramos a expresar. Más allá de las falencias del sector educativo, en las que no ahondaremos en este artículo, tenemos que empezar a generar propuestas que provoquen mejoras desde el lugar que lo invita a cada uno. Los chicos deberían saber organizarse pero eso no sucede. Entonces… ¿cómo hacemos? Tomemos el “toro por las astas” ya que la organización de estudio guiada o introducida por los mismos docentes de cada área multiplica las chances de un mejor recorrido de los estudiantes por el nivel secundario y superior. Las resistencias se generan a partir de nosotros. Necesitamos poder encarar la situación. Dejar de pensar, por ejemplo, que si le dedico un tiempo a esto entonces tendré que afrontar el terrible evento de acortar la  planificación. Porque de nada sirve llenar cabezas con todo tipo de información si mis alumnos no me siguen. Considero que es preferible dedicarle un tiempo y no ver las consecuencias negativas del final.

A partir de esta lectura quiero invitar a los equipos directivos de distintas instituciones a que puedan pensar en diferentes estrategias para llevarlas a cabo en sus colegios. Para sumar, en este artículo propongo 2 estrategias que desarrollaré a continuación: el diseño de un acuerdo institucional y la realización de talleres.

En primer lugar, con respecto al acuerdo institucional, podríamos empezar organizando reuniones por departamento en donde cada disciplina pueda definir cómo se imaginan que los chicos tienen que organizarse y estudiar en su materia. Luego, concentrar toda esa información en un único archivo escrito, filtrando aquello que haya surgido de los encuentros como lo valioso. A partir de allí, los equipos directivos y departamentales podrán ser esos agentes multiplicadores que insistan a sus docentes sobre la importancia de enseñar a organizarse dentro de sus áreas.

Este sería un primer paso importante que, posteriormente, podría ser profundizado a partir de una segunda instancia. En esta, ese acuerdo institucional que se construyó podría convertirse en un taller. En este, los alumnos deberían poder recibir toda esa información que los docentes realizaron y reflexionar sobre qué es lo que les sucede a ellos al respecto. De allí, podrán salir formas que los estudiantes hayan utilizado y que hayan sido exitosas para compartir con el resto de los compañeros. La idea es que, juntos, puedan pensar en técnicas de estudio individuales y grupales, entre otros temas que puedan resultar de interés, como por ejemplo: ¿Cuánto tiempo debemos destinar al estudio de una materia? ¿Cuándo es conveniente? ¿Cuál es la mejor manera de organizar mis carpetas? ¿Cómo puedo tomar buenos apuntes? ¿Cómo se hace un buen resumen y porqué es importante la elaboración propia del mismo? Además, sería de vital importancia que puedan tomarse un tiempo para armar sus calendarios o agendas y realizar listas de tareas que les sirvan de ejemplo para el resto del año.

Un último paso y mi mayor objetivo es que esto perdure en el tiempo a través de un taller contínuo. No como una materia aislada sino que pueda ser transversal y esté articulada con el resto de las materias. Que en ese taller las materias puedan transmitir intereses, ideas y preocupaciones. Que allí, el educador con sus estudiantes, puedan debatir sobre el contenido y cómo ponerlo en práctica. También que sea un espacio para pensar en cómo resolver las distintas actividades que se proponen y plantean en el colegio. En el que podamos conversar sobre sus preocupaciones cotidianas con respecto a lo curricular y en el que puedan revisar sus cronogramas de tareas para lograr un fin último: que poco a poco los chicos puedan ser cada vez más autónomos.

Los estudiantes no tienen porqué saber qué implica estudiar si nunca antes nadie se los enseñó. La organización no es un tema menor a pesar de quedar oculto por nuestras agendas escolares. Esto permite que los chicos puedan transitar mejor el secundario ya que ayuda a que no se enteren tarde de tareas y evaluaciones porque saben cómo anotarlas a tiempo, porque saben qué técnica utilizar en cada  materia, porque pueden destinar tiempos al colegio y al descanso para no estar corriendo a último minuto, porque la comunicación entre ellos cuando uno falta es más fluida,  porque el listado de los temas de evaluación circula más rápido, porque no pierden tiempo antes de estudiar poniendo materiales en orden cuando ya los tienen, porque evita las preguntas repetitivas dentro del aula. También es beneficioso porque los va a acompañar en el resto de sus vidas, tanto en lo laboral, como en la continuación en estudios superiores. Asimismo, quiero destacar que la organización ayuda a los estudiantes a sentirse más seguros, evitando determinados colapsos e imprevistos, porque mantiene la cabeza clara aportando tranquilidad. Por último, recordar que cada estudiante encontrará cuál es la mejor manera de organizarse, no obstante, es responsabilidad nuestra mostrarles distintas alternativas. Nuestra responsabilidad es educar aprendices autónomos, personas que sepan estudiar para que puedan seguir formándose el resto de su vida. Enseñemos a aprender.

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Agustina Mazza

Profesora Universitaria de Geografía.

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