No es mi intención resaltar aún más los males de la Pandemia ni de todas las fragilidades que dejó al descubierto, sin embargo, nos ahogó en un aprendizaje forzoso. Un aprendizaje significativo y no valorado, no valorado por cambio de hábitos, los cuales fueron tomados con frustración y enojo; hábitos que nos cambiaron hasta la forma de consumir y cuidarnos, hábitos que quitaron nuestro cuestionamiento, y por ende nuestra motivación. Estas líneas no revelarán nada nuevo, por ende, trataré de enfocarme en nuestras infancias y adolescencias.
Este virus rompió uno de los elementos más importantes en los seres humanos, los vínculos, estar con quienes elegimos estar. Y esto es vital en todas las infancias y adolescencias, las cuales se vieron impactadas y quebradas a nuestro crecimiento y desarrollo. Este virus y su desconocimiento con su posterior prevención, nos presentó una nueva forma de vincular. Una manera de querer olvidar.
La adaptabilidad se volvió una nueva herramienta en el aprendizaje desde la virtualidad, pero la motivación ya estaba perdida.
Se siente cerca el regreso a lo que esperamos sea una nueva normalidad; y quizás esta sea la parte más difícil, entender que será un largo proceso. En este proceso como educadores, deberemos resignificar lo que aprendieron esas infancias y adolescencias de encierro.
Porque si de algo podemos estar seguros, es que todos aprendimos, algunos a mirar muy seguido una pantalla, otros a no tener pantalla y madurar mediante el trabajo y el hambre de esperar, los más escondidos entendieron que todo lo material solo dejaba más evidencia que nunca compartieron con quienes vivían, en fin, son tantos ejemplos como adolescencias e infancias. Y tal vez, este aprendizaje no signifique valor a nivel académico, pero sí a nivel vida y humanidad.
Aprendimos mucho, nunca dejamos de aprender, no hay forma de parar nuestro aprendizaje, por lo cual, la pregunta sería ¿con qué aprendizaje nos queremos quedar?
Resignificar tantas inteligencias y aprendizajes como seres humanos.
Federico García Monti
Psicopedagogo
