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Rompiendo barreras disciplinarias: Hacia una educación interdisciplinaria

Una visión que cultiva mentes flexibles y preparadas para enfrentar desafíos de la realidad se convierte en una necesidad para el futuro de la educación.

Mateo, un niño de nueve años, se sumergió con su abuelo en la creación de una huerta en el jardín de su casa. Mientras trabajaban juntos, algo asombroso se reveló ante sus ojos: las matemáticas, el lenguaje y las ciencias no eran entidades separadas, sino partes intrínsecas de la experiencia. Las matemáticas se manifestaron al medir distancias entre plantas y distribuir el espacio de manera equitativa. Cada rincón del huerto requería cálculos precisos, y Mateo entendió que las matemáticas no eran sólo fórmulas en un papel, sino herramientas vitales en la construcción de su proyecto. El lenguaje se convirtió en su medio para capturar y compartir las experiencias del huerto. Mateo escribió en un diario, describiendo cada paso y dando vida a las palabras en el contexto de la creación. Las ciencias, por su parte, guiaron sus acciones al comprender el ciclo de vida de las plantas y la importancia de los nutrientes. La huerta se reveló como un pequeño ecosistema interconectado.

Al regresar a la escuela, Mateo se percató de la desconexión entre las asignaturas en su cotidianeidad y la integración que experimentó en su huerta. ¿Por qué se enseñaba a través de diferentes bloques de conocimiento cuando en el mundo real las disciplinas interactúan entre sí? 

Puedo identificar una sensación similar a la de Mateo al remontarme a mis días escolares, donde cumplir las expectativas de cada materia era la norma. Memorizaba fórmulas y datos para las matemáticas, absorbía reglas gramaticales y vocabulario en las clases de prácticas del lenguaje, trataba de conectar los eventos históricos en las ciencias sociales y retenía la definición de conceptos de las ciencias naturales. Si bien estos esfuerzos me ayudaron a obtener buenas calificaciones, en retrospectiva, me doy cuenta de que no los aprehendí, ya que no sé cómo aplicarlos para interpretar y transformar la realidad que me rodea. Peor aún, me animo a decir que muchos de aquellos conceptos, datos, fórmulas, reglas e ideas no las recuerdo. 

La experiencia de Mateo y la propia me llevan a cuestionar la estructura de la escuela primaria, basada en la fragmentación del conocimiento en disciplinas separadas. Sin embargo, la fragmentación del conocimiento no es sinónimo de “organización disciplinar” ya que va mucho más allá. Tal como expresa Fumagalli, especialista en currículum, el problema central radica en la falta de profundidad en los esquemas de conocimiento que construyen los alumnos, por lo que deberíamos abordar la fragmentación desde la construcción de saberes. 

Esta idea de fragmentar el conocimiento nace del presunto cartesiano-newtoniano de que cuanto más sepamos de las partes, más capaces somos de conocer el todo que dichas partes componen. Sin embargo, a medida que avanzo en mi vida como alumna y docente, he llegado a apreciar la importancia de un enfoque más integral que permita a los estudiantes comprender la complejidad del mundo real para actuar en él. 

También es necesario considerar la integralidad de cada sujeto, reconociendo sus múltiples dimensiones que suelen disolverse al abordar el conocimiento de manera fragmentada. Esto impide que cada estudiante llegue a aprehender lo que realmente significa ser humano y todas las posibilidades que ello conlleva. 

A lo largo de los años, he tenido la oportunidad de explorar la educación desde una perspectiva más holística. He visto cómo la interdisciplinariedad puede enriquecer el proceso de aprendizaje y preparar a los estudiantes para los desafíos del mundo real. Este enfoque más amplio no solo es beneficioso para los estudiantes individualmente, sino que también puede contribuir a la construcción de una sociedad más informada, creativa y capaz de abordar los problemas complejos que enfrentamos en la actualidad. 


La realidad como una puerta al aprendizaje – Fuente: Lifeder

La educación interdisciplinar, frente a la fragmentada, promueve la interconexión de saberes como una prioridad. En lugar de ver las asignaturas como entidades aisladas, se busca resaltar cómo se influyen y complementan mutuamente. Robin Fogarty, doctora en currículum, afirma: “La integración brota desde dentro de las diversas disciplinas, y se hacen coincidencias entre ellas a medida que surgen puntos en común”. De esta forma, los estudiantes pueden aprender a través de la exploración de temas que abarquen múltiples disciplinas, lo que hace que el proceso de aprendizaje sea más interesante y refleje la forma en que las cosas funcionan en el mundo real. 

El aprendizaje fragmentado no responde a la realidad en la que estamos sumergidos actualmente, en la que la información está disponible al alcance de un clic y se valora especialmente la capacidad de análisis y creatividad. Es allí donde la educación interdisciplinaria toma la posta. En lugar de memorizar diferentes conceptos “por separado”, los estudiantes aprenden a aplicar su conocimiento en situaciones prácticas y a abordar desafíos complejos. Este enfoque no solo es más efectivo para la construcción del conocimiento, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar problemas de su realidad con confianza y creatividad. 

Existen muchas alternativas didácticas que promueven la implementación de este paradigma. Aunque muchas de estas propuestas existen desde hace años, en la actualidad se está reevaluando su necesidad. Entre estas propuestas se encuentran el Aprendizaje Basado en Proyectos, el Modelo GRASPS, el Aprendizaje Basado en Problemas, la Metodología STEAM, entre otras. 

En una escuela primaria del barrio de Colegiales en la Ciudad de Buenos Aires se trabaja a través de escenarios. Un escenario supone un espacio curricular que está contextualizado en un lugar o en una situación específica de la realidad, integrando diferentes disciplinas. De esta forma, los alumnos desarrollan capacidades transferibles a experiencias de la vida real a través de diversos desempeños. Un escenario que se podría tomar como ejemplo es “Bitácora de viaje”, en el cual interactúan prácticas del lenguaje, conocimiento del mundo y música, buscando desarrollar en los estudiantes la comunicación. Aunque la gramática escolar de esta institución facilita el aprendizaje integrado, no sumergirse de lleno en la fragmentación del conocimiento es posible siempre y cuando nos cuestionemos aquello que solemos naturalizar, rompiendo con las estructuras preestablecidas. 

Para concluir, es necesario dejar de normalizar todo aquello que se “da por hecho”, planteándonos el sentido de los fenómenos educativos que nos atraviesan y que solemos reproducir. La educación interdisciplinaria es un enfoque que refleja la realidad compleja y multifacética del mundo en el que vivimos y que prepara a los estudiantes para convertirse en individuos más completos y capaces de abordar los desafíos y oportunidades que les esperan en la vida. La educación interdisciplinaria no sólo es una visión, sino una necesidad para el futuro de la educación. ¿Estamos dispuestos a cuestionar lo establecido y repensar la educación como una herramienta transformadora que prepare a nuestros estudiantes para enfrentar un mundo complejo y cambiante? 

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Juana Lostaló

Profesora en Educación Primaria recibida en la Universidad Católica Argentina. Maestranda en Educación en la Universidad de San Andrés. Actualmente se desempeña como docente en el nivel primario del Colegio Cardenal Newman

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