Neuroeducación

Neurodiversidad: principio de una educación inclusiva genuina

¿Por qué la Neurodiversidad?

El paradigma de la neurodiversidad parte de la base de respetar la singularidad de cada persona, tanto neurotípicos como neuro-atípicos, para que nos desarrollemos en nuestro máximo potencial, sin intentar “normalizarnos”, “adaptarnos”, o “adecuarnos”, sino siendo nosotros mismos.

En su sentido más amplio, explica el desarrollo neuro-atípico como una variación natural del cerebro humano, una forma alternativa de biología humana.

 El paradigma de la neurodiversidad sostiene que por ejemplo el autismo no es una condición que deba ser tratada, sino más bien una especificidad humana o una diferencia en las formas de socializar, comunicar y percibir, que no son necesariamente desventajosas (Jaarsma y Wellin, 2012) y describe la idea de que las personas experimentan e interactúan con el mundo de diversas maneras; no existe una única forma “correcta” de pensar, aprender y comportarse, y las diferencias no se ven como deficiencias.

Judy Singer, una sociologa con rasgos autísticos, por su parte resaltó las cualidades y recursos de las personas neurodiversas, valorando sus formas atípicas de procesar información, considerándolas tambièn como variaciones humanas.

Para sostener estos principios, es necesario fomentar  un nuevo lenguaje inclusivo y no juzgador. La palabra neurodiversidad tiene en sí misma, además, implicaciones ideológicas. Su uso implica rechazar la idea de prevención, cura o recuperación porque ayuda a aceptar la subjetividad de cada individuo y la construcción de una nueva comunidad más flexible, en la que se reconozcan los desafíos que resultan de la combinación de las particularidades biológicas y la discapacidad causada por los límites del entorno.

Durante mucho tiempo, las investigaciones relacionadas con el desarrollo atípico han sido llevadas a cabo en el marco del modelo médico, en el cual la respuesta a la discapacidad era esforzarse por transformar a las personas “discapacitadas” en personas sanas y con un desarrollo típico (algo que no suele ser posible). En muchos casos esto se ha traducido en intentos de la persona neurodiversa de “camuflar” su condición, lo que ha sido asociado con agotamiento, ansiedad, depresión y estrés.

En el contexto escolástico, la idea de la Neurodiversidad aparece para sostener y dar coherencia a la educación inclusiva, perché  en lugar de ver los alumnos con  problemas de aprendizaje, sugiere que los veamos desde sus fortalezas.

Para que esto suceda es esencial superar los errores conceptuales entre integración e inclusión  y avanzar hacia una educación inclusiva que no se limite a una versión modernizada de la educación especial del pasado. Debemos cuestionar las culturas de exclusión presentes en la educación y trabajar en una transformación que elimine prácticas segregadoras y opresoras.

Si nos miramos alrededor,  nos daremos cuenta que seguimos aún anclados en un discurso capacitista de la educación, que considera que las personas que se salen de la norma no pueden ser tan capaces como las demás y que tienen que dejar de ser ellas mismas para aspirar a una «normalidad». Esto ocurre en las aulas cuando dejamos estudiantes en los márgenes porque son diferentes y los atendemos siempre de forma diferente e incluso consideramos que su funcionamiento no es válido, que no son capaces.

Este hecho conlleva que las personas “discapaces” para ser “normales” deban llegar a ser tan capaces como las demás y  el objetivo de la escuela es entonces capacitarlas.

Así también nacen las etiquetas de alto y bajo funcionamiento, utilizadas para intentar clasificar a las personas; etiquetas que no son solo engañosas, sino también poco respetuosas y perjudiciales. Definir a una persona aplicándole una de por vida es reduccionista y discriminatorio. Eliminar las etiquetas clínicas y abogar por una educación sin barreras es fundamental para lograr un aprendizaje equitativo y de calidad para todos los estudiantes, sin importar sus características neurocognitivas.

La educación inclusiva debería considerar y valorar esta neurodiversidad en todos los estudiantes, reconociendo la singularidad de cada cerebro y brindando oportunidades de aprendizaje que respeten las diferencias y promuevan el bienestar de cada individuo.  La transformación hacia una educación inclusiva implica cuestionar y romper con prácticas  que han marginado a personas que se salen de la “norma” socialmente o políticamente establecida, permitiendo que todos puedan desarrollarse plenamente y participar en una educación democrática.

A este propósito, las neurociencias nos dejan un aporte significativo,  porque gracias a los continuos estudios sobre el cerebro, hoy comprendemos que este no funciona como una computadora sino como un ecosistema; que cada cerebro individual es como un bosque tropical único, rebosante de crecimiento, declinación, selección y diversidad.

 Así como aceptamos que especies individuales de plantas tienen necesidades ambientales específicas (tierra, agua, sol, etc.), debemos comprender que todos los niños requieren nutrientes ecológicos únicos para florecer.

La utilización de comparaciones ecológicas sugiere también una forma diferente de enseñar. En didáctica esto implica utilizar el Marco del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) propuesto por Anne Meyer, David H. Rose y David Gordon, que proporciona estrategias para diseñar entornos de aprendizaje accesibles y desafiantes para todos los estudiantes.

“La neurodiversidad puede ser tan crucial para la raza humana como lo es la biodiversidad para la vida en general. ¿Quién puede decir qué forma de cableado resultará ser mejor en un momento dado? La cibernética y la cultura informática, por ejemplo, pueden favorecer una forma de pensar un tanto autística.”

Harvey Blume

Para que la Neurodiversidad se transforme realmente en un nuevo paradigma tendríamos que dejar de hablar de inclusión y hablar solo y simplemente de educación. Muchas preguntas me surgen cuando hablamos de inclusión: ¿Quién decide a quién incluir? ¿Cuál es el contexto que excluía? Por qué excluía? ¿Por qué ahora incluye?

En mi opinión, no se trata solo de aplicar la DUA en las aulas, sino de reconocer la ética de una propuesta humanista de la educación y una relación genuina con nuestra humanidad.

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Carina Frossasco

Ex Profesora de español en Italia con especialización en Neuro didáctica, Inteligencia Emocional y Coaching Educativo. Autora de cursos de neuro educación y capacitadora freelance para docentes en Innovación Didáctica.

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