Las relaciones entre estado, política y educación
Un breve recorrido por la historia educativa para la reflexión de las prácticas educativas: las funciones que se les asignan a las instituciones educativas
¿Cuáles son las funciones que se le asignan a las instituciones educativas en el marco del proyecto moderno en América Latina?
¿Sus sentidos fundantes se prolongan en la actualidad o se han modificado en el SXXI?
Primeramente, para contestarnos estos interrogantes, es necesario partir del entendimiento del recorrido histórico de la conformación del Estado como agente fundamental en la configuración de los sistemas educativos latinoamericanos y la incidencia en la función educadora de las instituciones educativas del S.XXI y las funciones que fueron adquiriendo a través de los años.
En el Antiguo Régimen aún el Estado continúa siendo indiferente a la educación ya que era un papel exclusivamente otorgado a la Iglesia. A partir de los cambios de la Revolución Francesa el Estado asume un papel activo en la educación, al encargarse de la enseñanza y beneficencia (ya que la Iglesia sufragaba en estos aspectos). La Educación comienza a ser vista como un instrumento de control social, es decir, un tipo de Estado de carácter absolutista.
Sin embargo, con el inicio al movimiento de la Ilustración, el Estado comienza a moralizarse y frenar (limitar) su gran poder. La idea de educación como servicio público será un desenlace natural del desarrollo ideológico de la Ilustración. Los franceses colaboraron con la idea de una educación pública, la idea de una educación para todos. Comienzan a gestarse acuerdos como la idea de un sistema público de enseñanza elemental y gratuita. Esta concepción triunfa en el SXX. Los jacobinos buscaban no solo el principio de igualdad jurídica sino también el de igualdad social, sin embargo, esta idea tuvo muchas dificultades en torno a las intenciones políticas que subyacían a partir de lo que iba surgiendo, es decir, el Estado Liberal del XIX -SXX (parte), hará suya la idea de la educación como factor de integración política, concebirá a la educación como nuevo régimen representativo y de lealtad, en otras palabras, el Estado, en todos los países europeos y occidentales, impulsó y creó a los sistemas educativos nacionales para asignarle múltiples funciones públicas. Durante el S.XIX, el Estado va conquistando muchos escenarios relacionados a lo social, pero se contradecía, porque si bien decía que la escolarización ahora sería obligatoria, gratuita y universal, no se responsabilizaba por su financiación, esto llevó a que la sociedad necesite un nuevo Estado, el Estado de bienestar del cual debía considerar a la educación como un derecho fundamental, así la educación pasaba a reconocerse dentro de los derechos sociales. Estos suponen una transformación importante del Estado durante el SXX.
Después de la segunda guerra mundial, será la intervención del Estado la que garantice estos derechos sociales: trabajo, vivienda, educación y sanidad. Su relación comienza a gestarse como, el derecho a la educación como derecho social e incorporándose dentro de los Derechos públicos internacionales, por lo que el Estado no podía desligarse ante semejante cambio. En los últimos años, bajo el gobierno peronista, la relación del Estado y sistemas educativos da un giro nuevamente, se gesta una economía mediante políticas de reforma de Estado y consolidación del nuevo modelo de acumulación, es decir, un Estado subsidiario. La relación entonces, se guarda a partir de que el Estado comienza a apropiarse de que su poder podía controlar el orden social bajo la promesa de nuevos ideales de emancipación y autonomía ciudadana.
Entonces, la Modernidad representaría la emergencia de nuevas formas de representación de nuestro mundo y de legitimación del orden social, es decir, la expresión política sobre la cual se construyó la formación del nuevo ciudadano bajo ideales tales como la libertad e igualdad que estaban vinculadas a las ideas de progreso y orden social. De modo, que las escuelas prometen promover la emancipación humana generando estas posibilidades de progreso y orden social. Estos procesos de consolidación de los Estados Nacionales se configuraron entonces, en los sistemas educativos. Sin embargo, como persistían otros tipos de educación que la podían impartir las Iglesias o los sindicatos, por ejemplo, el mismo Estado debió monopolizar la función educadora. Es por ello, que es necesario ubicarse en la sanción de la ley 1420 para comprender las funciones educadoras y el rol del Estado en la misma.
El proceso de la Modernidad imprime entonces, la marca en los modos de producir, circular, transmitir y legitimar el conocimiento a partir de la configuración de sus sistemas educativos. Podemos decir, que en una primera instancia las instituciones al lanzarse al proyecto moderno-europeo (construido a partir de la colonización) ilustrado, buscaban la consolidación de un orden social, político y cultural asociado a las élites coloniales locales. Según Mignolo (2007:216) “la idea de América Latina surgió en la segunda modernidad, aquella que corresponde al periodo de la Ilustración y de la Revolución Industrial, pero no podría haber surgido si no hubiera existido ya la idea de “América”, una invención europea propia de la primera modernidad (el Renacimiento)”. La modernidad entonces, se termina de conformar con la Ilustración y sus ideas de progreso del conocimiento y progreso moral. ¿Por qué es indispensable conocer esta conformación de la Modernidad? Porque es a partir de la colonialidad que se constituye la Modernidad y es ahí donde se configuran los sistemas educativos con incidencias en las instituciones educativas y la conformación del ciudadano.
Es a partir de la configuración del Estado Nación que emergen de esos procesos emancipatorios de la corona española, donde la educación comenzaría a configurar la subjetividad de los ciudadanos con los ideales de libertad pertenecientes a una población que se construiría como Soberana. Los orígenes de los sistemas educativos latinoamericanos surgen bajo la premisa de identidad nacional, y es por ello, que la función que se asignaba a las instituciones educativas era “Educar al Soberano”. De este modo, la escuela viene a ocupar un lugar central en el escenario de los procesos emancipatorios y de este modo, los sistemas educativos iniciaron un proceso de homogeneización centrado en la inclusión social.
Fue precisamente el modelo europeo que definió y determinó las funciones sociales que constituirían la vida de las personas a través de categorías culturales, políticas, sociales, arte, economía, y las formas en que se validaría y transmitiría el conocimiento en nuestros territorios latinoamericanos.
Por su lado, Tenti Fanfani en su entrevista en La Repregunta “Hoy, la señorita de lengua forma para el trabajo porque lengua o matemáticas son conocimientos laborales”, nos invita a repensar la función social de la escuela como institución en relación a que a la escuela se le atribuyen mucha carga responsable de educar, este autor expresa que hay que dejar de acumularle responsabilidades a las escuelas porque después vienen las decepciones y termina siendo la culpable de todas las desigualdades sociales que abruman a la sociedad. Por otro lado, Fanfani expresa: “La escuela es una institución por lo tanto hay que enriquecerla desde la infraestructura física, equipamiento, los horarios, los reglamentos. Hay que enriquecer la dimensión objetiva de la institución especialmente en el caso de las instituciones frecuentadas por los sectores más desfavorecidos de la población que, al contrario, van a las escuelas más pobres. Al mismo tiempo, es necesario enriquecer las capacidades y competencias, habilidades de los docentes que son los que le dan vida a esas instituciones. Hay que apuntar a las dos cosas al mismo tiempo: necesitamos instituciones ricas y docentes enriquecidos desde el punto de vista de sus cualidades profesionales”: en este sentido, el autor, resalta la importancia del cambio de funciones que deberían atribuirles a la escuela para que cumpla con sus objetivos y para ello, es fundamentar, equiparla en infraestructura y en formación profesional capacitada. Además, agrega en la entrevista, que es indispensable que todos seamos todos partícipes de educar en valores que ayudarán a construir ciudadanos competentes para los mercados laborales vigentes, pero para ello, el autor, intenta proponer que todos seamos parte de esa función educadora. La escuela, parafraseando al autor, no te puede proveer de capital económico ni de capital político pero la escuela te puede proveer de un capital cultural que es muy importante para definir el lugar que los individuos tienen en la sociedad. Por eso, podemos mejorar las chances de todos, pero la escuela se lo tiene que proponer, tiene que romper con el determinismo social. En conclusión, la escuela aún en la actualidad, sigue siendo vista desde dos grandes perspectivas, en su función social y en su función educativa. En la primera, aún responsable del orden social, derechos humanos y conformación de ciudadanos (enmarcadas dentro de las políticas públicas); y educativa porque su objetivo es “educar al soberano”, respondiendo a políticas educativas, diseños curriculares jurisdiccionales y otros documentos que redefinen su rol y función específica. Ambas guardan una especial correlación si pensamos que el proyecto moderno latinoamericano escolar es un proyecto social. Ya que el proyecto escolar involucra decisiones sobre la vida de los sujetos, de individuos que conviven con otros y que son atravesados por una cultura determinante.
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