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Metacognición en el aula

¿Cómo enseñar el arte de aprender a aprender?

La metacognición es la capacidad de conocer y autorregular el propio proceso de aprendizaje con la finalidad de optimizar la habilidad cognitiva.  Habilidad que puede perfeccionarse y autorregularse mediante la visualización, comprensión y supervisión del propio aprendizaje. Los primeros estudios sobre la metacognición datan de la década de 1970, cuando el psicólogo estadounidense John Flavell, usó por primera vez el término; el autor denominó a la metacognición como la “cognición acerca de la cognición”.

La metacognición permite que nuestros alumnos recaben, evalúen y produzcan información, sobre la forma en que ellos mismos aprenden.  En definitiva, permite que aprendan a aprender más y mejor, formando en ellos autoconciencia y autorregulación.  Se trata de una herramienta muy útil para mejorar las destrezas intelectuales, optimizar los procesos de aprendizaje, o incluso facilitar la ejecución de tareas cotidianas tan sencillas como tomar una decisión o emitir una opinión fundamentada.  De hecho, se ha demostrado que las prácticas metacognitivas mejoran los logros académicos en un amplio rango de edades, habilidades cognitivas y campos de aprendizaje. Esto incluye comprensión lectora y textual, escritura, matemáticas, razonamiento y resolución de problemas, y memoria (Dignath y Büttner, 2008; EEF, 2019; Hattie, 2009)

Asimismo, se ha demostrado que la adquisición de herramientas para el desarrollo de habilidades metacognitivas favorece el desarrollo del pensamiento crítico, porque desde el autorreflexión, favorece la posibilidad de desarrollar un pensamiento propio que trascienda las interpretaciones formales del objeto de estudio.

Tipos de Metacognición.

Existen diversos tipos de metacognición vinculados a diferentes capacidades cognitivas. Cada una de las modalidades metacognitivas ayuda a planificar, organizar y optimizar el pensamiento. Entre ellos, los más significativos para desarrollar en el aula, son:

Metacognición de la atención: Supone conocer la propia capacidad de focalizar la atención en una tarea o situación determinada. Ser conscientes de los factores que dificultan el mantenimiento de la atención ayuda a optimizar esta capacidad. La meta atención se puede trabajar con cuestionarios que permitan auto evaluar los niveles de atención en cada etapa de la clase. Así, por ejemplo, en los más chicos, podemos ofrecerles imágenes de referencia que deban marcar, según el nivel de atención prestada a determinada clase o explicación.

También podemos proponerles indicaciones de Autoinstrucciones. En este caso, son ellos mismos quienes tienen que pensar estrategias sobre cómo hacer para lograr la atención y compartirlas con el grupo.  

Metacognición de la memoria: Refiere al conocimiento de la capacidad de la memoria para relacionar y contrastar los saberes ya almacenados con nuevos conocimientos.  Para facilitar la memorización de un saber existen variadas posibilidades, que van desde la realización de gráficos y redes que sistematicen la información, a la recitación en voz alta de lo aprendido, o la realización de preguntas sobre el nuevo aprendizaje.  Ayudar a nuestros alumnos y alumnas a descubrir cuál es el mejor método para cada uno en cada instancia de aprendizaje, promueve la adquisición de meta-memoria.

Metacognición de la comprensión: Implica ser conscientes de la capacidad para comprender uno o varios conceptos y aplicarlos a nuevas situaciones. La comprensión de cómo procesamos nuestra información, nos permite aprender a aprender.

Metacognición de pensamiento: Supone el conocimiento que tenemos de nuestro propio pensamiento. Esta capacidad nos permite reflexionar sobre cómo y qué pensamos.

Para trabajar la meta comprensión y el meta pensamiento existen múltiples estrategias didácticas.   Entre ellas podríamos citar  las rutinas de pensamiento ([i]), los diarios de aprendizaje ([ii]), y la escalera de la metacognición de Robert Swartz con la que se pueden desarrollar procesos cognitivos de orden superior.

Las rutinas de pensamiento cuentan con demostrada eficiencia para mejorar el proceso metacognitivo porque permiten, por un lado, desarrollar las habilidades de comprensión y codificación de la información; por el otro, visibilizar con claridad la estrategia cognitiva que utilizaron para codificar y comprender la idea, concepto o proceso.  Por ejemplo, algunas de las más utilizadas y que podrían implementarse con fines meta cognitivos, serían:

Rutina del Semáforo.  Este recurso es excelente porque permite la consciencia, no solo de lo aprendido, sino de lo que aún falta por seguir aprendiendo o perfeccionando.

Rutina Titulares. Permite corroborar la propia capacidad para sintetizar y valorar lo aprendido.

Rutina Antes pensaba-ahora pienso: Ayuda a reflexionar sobre cómo y por qué nuestro pensamiento ha cambiado.

Rutina de las llaves.  Facilita la problematización de los conceptos aprendidos, invitando a analizarlos desde diversas perspectivas y poniendo en práctica diferentes hábitos de mente.

Las diferentes dimensiones de la metacognición se van desarrollando a lo largo de la vida con la práctica, pero pueden ser enseñadas y potenciadas desde la promoción de estrategias metacognitivas.   Estas estrategias ayudan a nuestros alumnos y alumnas a regular el aprendizaje, sin embargo, dado que las mismas no tienen la misma eficiencia para todos, es importante enseñarles a ser conscientes de sus pensamientos para que puedan planificar, controlar y evaluar el propio aprendizaje.   Es por esto que las estrategias docentes tendientes a la metacognición deben tener una mirada holística y a la vez individualizada, buscando como meta final el ayudar a los alumnos y alumnas a conocer, comprender y desarrollar sus propios métodos de adquisición de aprendizajes e instándolos a descubrir personalmente cuál es el camino que les resulta más eficiente.

Referencias bibliográficas:

  • Flavell, John (2000). El desarrollo cognitivo. Madrid: Aprendizaje Visor.
  • Flavell, John (1979). Metacognition and Cognitive Monitoring. A New Area of cognitive Developmental Inquiry, en American Psychologist.
  • Hattie, J. (2009). Visible Learning. Abingdon, Reino Unido: Routledge.
  • Dignath, C. And Buttner, G. (2008). Components of fostering self-regulated learning among students. A meta-analysis on intervention studies at primary and secondary school level. Metacognition and Learning.
  • Education Endowment Foundation (EEF). (2019). Metacognition and self-regulated learning. EEF. Disponible en línea: https://educationendowmentfoundation.org.uk/public/files/Publications/Metacognition/EEF_Metacognition_ and_self-regulated_learning.pdf
  • Ritchhart, R., Church, M. & Morrison, K. (2014). Hacer visible el pensamiento. Cómo promover el compromiso, la comprensión y la autonomía de los estudiantes. Argentina: Paidós

[i] Las rutinas de pensamiento son herramientas didácticas diseñadas por Ron Ritchhart en su libro “Hacer visible el pensamiento” (2014) que permiten estructurar el pensamiento y volverlo visible, de manera que el proceso del aprendizaje sea consciente y más efectivo

[ii] El diario de aprendizaje es un escrito autorreferencial en el que los estudiantes reflejan cómo trabajan, qué piensan, cómo se han sentido durante el proceso de enseñanza/aprendizaje, qué les ha llamado la atención, donde han tenido más dificultades con el aprendizaje.

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Mariela Cuda

Mariela Cuda es Autora, capacitadora y formadora docente. Conferencista y tallerista internacional. Mg. en Neurociencias cognitivas y Mg. Inteligencia emocional. Esp. Inv. científica. Lic. en Gestión educativa. Autora de Neurociencias, didáctica y pedagogía y Aulas de hoy en escuelas de ayer. (Bonum)

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