
En el contexto de la sociedad de conocimiento y frente a sus desafíos e incertidumbres, surge en el ámbito una educativo una nueva categoría denominada Educación Transcompleja, pero ¿a que se refiere?, ¿qué significa?, ¿cuáles son sus principios?, ¿qué autores la sustentan?, las respuestas a estas interrogantes se encuentran en las líneas a continuación.
Al respecto, González (2009) define como educación transcompleja como aquella educación centrado en la investigación transdisciplinar, en la capacidad individual y social para construir, deconstruir y reconstruir conocimientos y ser un agente problémico, reflexivo y complejo, busca lo que está entre, a través y más allá de las disciplinas mismas, implica una nueva forma de vivir y convivir en la humanidad, que responde a procesos de transformación, rompiendo los esquemas estables de cultura, sociedad, ciencia y todo lo que el ser humano cree controlar en su visión lineal, la respuesta es compleja y transdisciplinar y plantea como principios de la Educación Transcompleja: (a) el Bucle Educativo, (b) la No Linealidad, (c) la Infinitud, (d) la Incertidumbre, (e) el relacionamiento, (f) la identidad humana, (g) transinvestigativo, (h) de metacomplejidad, (i) de complejización y (j) de transformación.
Por su parte, Villegas (2012:20), expresa que “es un proceso bioafectivo-cognitivo, pero también socio-cultural-institucional-político de construcción de conocimiento. Una actitud que reconoce la existencia de una pluralidad de aproximaciones que habían sido relegadas, como lo cotidiano, lo imaginario, la poesía, entre otros… integración de saberes…comunicación entre conocimiento científico y la reflexión filosófica…reconoce la existencia de múltiples niveles de realidad, así como la afectividad, creatividad, experiencia y creación artística“.
Esta autora señala que el origen de la Educación Transcompleja se encuentra en un conjunto de teorías y descubrimientos que trataron de explicar la complejidad de la realidad bio-físico, humano-social, que ya no era suficiente comprendida por el agotamiento del modelo científico clásico, y que esta se sustenta en los principios de complementariedad, sinergética relacional, intercolaboración, reflexión acción-recursiva, diálogo transdisciplinario y lenguaje significante.
Por su parte, López (2020) parte de la premisa que los estudiantes son diversos, únicos e irrepetibles en su personalidad, intereses y necesidades de formación bajo la mirada de la integralidad del hecho educativo que debe propiciar un espacio para la promoción, reconocimiento y valoración de las corrientes de pensamientos diversos para la reflexión sobre las realidades complejas de cada actor educativo, que se relacionan con la existencia de seres humanos en interrelaciones mutuas en una construcción continua e infinita.
En este contexto, asume como principios rectores de la educación transcompleja la integración y transversalización de todos los actores educativos, para la formación del estudiante como ciudadano bajo la mirada de la transcomplejidad orientada al humanismo, lo espiritual, consciente de un mundo planetario en la y para la sociedad del Siglo XXI.
En este orden de ideas, Rodríguez y Pérez (2011) afirman que la educación transcompleja promueve una actitud transdisciplinaria en los procesos de investigación, bajo la arquitectura de un pensamiento complejo que permite interpretar los fenómenos sociales, mediante procesos hermenéuticos que se proponen comprender contextos y saberes generados por el ser humano, lo cual requiere una relación sinérgica entre lo cualitativo, lo cuantitativo y lo dialéctico.
Por lo que Pérez y Alfonzo (2016) conciben la educación transcompleja como un terreno fértil para transversalizar las expresiones de la realidad, en la que el propio estudiante pueda desarrollar formas de problematizar la realidad, desde diversos encuentros con las implicaciones del saber, con las determinaciones sociales y con la búsqueda de las expresiones intersubjetivas que se entrelazan en función de una realidad en movimiento.
Propiciando la aparición de significados, identidades y narraciones que apuntan a la búsqueda en lo diverso y de lo diverso, produciéndose un movimiento dialéctico en el que el discurso pedagógico intenta orientar la búsqueda del conocimiento; esta no se repliega a sí misma, no se neutraliza, no se cosifica, sino que adviene en el encuentro con el otro y lo otro de la constitución y explicación de la realidad. Desde la postura de estos autores la educación transcompleja constituye una visión estética que propicia el placer de descubrir y construir la realidad múltiple, diversa y multidimensional más allá de sus propios cierres y obstáculos epistemológicos, vinculando la curiosidad y el interés de aprender, superando mediante el diálogo dialéctico creador el conocer fragmentado, disciplinario y memorístico.
Por lo que en resumen la educación transcompleja es en esencia abarcante, flexible, donde se entretejen armónicamente la totalidad de lo posible, lo colectivo y lo individual, lo externo y lo interno, lo que está en la superficie y lo que subyace, de manera que permite alcanzar una visión mucho más amplia desde la cosmovisión y la persovisión, desde la multimirada, trascendiendo lo sensorial, permeando los diferentes niveles de esa realidad que se pretende conocer, explicar, interpretar y comprender.
Referencias
González, J. (2009). Teoría Educativa Transcompleja. La Paz, Bolivia: IIICAB
López, C. (2020). Transcomplejidad en la Educación Primaria. Documento en línea. Disponible en: https://www.redalyc.org/
Pérez, L. y Alfonzo, N. (2016). Conocimiento, educación y transcomplejidad. Educere 20 (65), pp. 11-20
Rodríguez, G. y Pérez, Z. (2011). La Investigación Transcompleja en la Educación Universitaria. Investigaciones Interactivas Cobaind I (4) Diciembre. Documento en línea. Disponible en: http://revencyt.ula.ve/
Villegas, C (2012). La Transcomplejidad. Una Nueva Forma de Pensar. Alemania: Editorial Académica Española.