EducaciónPedagogía

¿Qué sucede con los contenidos de la enseñanza?

Nuevas miradas en torno a la elaboración y actualización permanente de contenidos educativos

Alerta respecto a los “Contenidos educativos”: La Tierra tan sólo es una pequeña bola azul flotando en la inmensidad del espacio, y la humanidad necesita comprender que estamos juntos en un mismo planeta.

 Los contenidos de la enseñanza no están del todo mal, pero habría que hacer ajustes. Ya no estamos en la Edad Moderna ni en la Edad Posmoderna, caprichosa época de trasnochadas coronitas burguesas, aunque todavía nos agobia su influencia, pero sostenemos la convicción de que no podemos transmitirles a las nuevas generaciones que van hacia el futuro criterios teóricamente superados.  

 Es imprescindible reconocer el lugar en el que estamos, este planeta azul agobiado por nuestras malas ideas y, además, revalorizar la vida de todas las especies, entre ellas, la nuestra. Y para hacerlo se va a necesitar del concurso de cada uno, por lo que cada uno ha de ser visualizado, escuchado, alentado, reconsiderado, estimulado e integrado.

  Esas son las condiciones; se dice muy livianamente “amar el planeta”; es más que eso, es comprometerse con el planeta, y con la salud e integridad de los otros también. No hay ningún apetito ni ambición que justifique la destrucción de las condiciones naturales ni la guerra.

  Hace ya más de medio siglo que estamos transcurriendo una nueva propuesta, que podría denominarse Edad Espacial, en la que hemos tomado conciencia irrebatible de que somos tripulantes del 3° planeta del sistema solar (una estrella de tipo espectral G2 y clase de luminosidad V; una estrella “G2V”) que se desplaza velozmente en torno a una galaxia espiral barrada, (lo que significa que tiene una estructura central rectilínea en forma de barra compuesta por estrellas). Esta barra contiene un agujero negro supermasivo (con una masa casi tres millones de veces mayor que la de nuestro Sol) en el centro, como núcleo, y tiene dos brazos espirales unidos a sus extremos.

  Dada la conciencia de esta colosal situación, el enfoque de cualquier actividad que desarrollemos tiene que estar readecuada a ello.

 Pero esto no es estático. Se suele decir con liviandad que el universo está en expansión. Nos movemos, velozmente. El planeta se desplaza por el espacio alrededor del Sol. Este movimiento de traslación lo realiza a una velocidad aproximada de 107.280 kilómetros por hora, o sea, 30 Km/s, una velocidad muy superior al de las balas de un rifle. Giramos a una velocidad de 1.666 Km/h. Acompañamos al sol en su giro en torno al centro de la galaxia a una velocidad de 828.000 km/h. Y la galaxia está en expansión, ya que el universo se expande a una velocidad de 73 kilómetros por segundo por millón de parsecs (km/s/Mpc).

 Nunca, hasta ahora, nos había inquietado una situación de la que ni siquiera somos conscientes, hasta que el humano salió del planeta y advirtió que sus preocupaciones cotidianas son realmente irrelevantes: la prisa, la obsesión por cumplir plazos, el formalismo, los remilgos, la ñoñería.

 Aunque es cierto que el nuevo enfoque requiere de edificios escolares diferentes, metodología acorde, capacitación docente adecuada y, por supuesto, presupuesto apropiado, y que es imprescindible también que haya una voluntad social y política por estimular a los niños, y por realzar los logros de toda esa gente que se esfuerza por “elevar la vara”, para superar cada vez una dificultad o exigencia mayor.

  Otra cosa es nuestro origen. Estuvimos especulando respecto a que si somos hijos de Dios o somos producto accidental de la evolución; si somos mucho o somos poco.

  Nada de eso; somos lo que somos (estamos potencialmente dotados para razonar, comprender significados, entender valores), y habremos de sacar el mayor provecho de ello para hacer posible una supervivencia de calidad.

 Somos una de las especies que hacemos la Biosfera. Si se nos dio conciencia, imaginación, inquietud, creatividad y racionalidad ha de ser por algún propósito. Cada ser vivo de la Biosfera cumple un trabajo; ¿cuál es el nuestro? Precisamente, ser conscientes, imaginativos, inquietos, creativos, racionales, intuitivo y sagaces.   

  Para adecuarnos a este nuevo nivel de conciencia de nuestras nuevas responsabilidades debemos efectuar un replanteo filosófico, porque (aún sin advertirlo) en función de ello procedemos.  Cuando se creía que éramos los más inteligentes, la especie superior, y dentro de ella, la raza superior, entonces se implantó el Idealismo: afirmaba que la realidad que podemos conocer es fundamentalmente un constructo de la mente humana (más exactamente, de la mente de unos pocos). Pero parece que la realidad no es eso, sino que lo otro tiene una existencia independiente del sujeto que lo observa, y también somos observados. O sea, lo otro tiene y expresa nuestros mismos sentimientos: satisfacción, enojo, alegría, rechazo, miedo, necesidad…

 El Idealismo desarrolló la Ciencia para ponerle coto a las opiniones particulares y establecer unánimemente una voz homogénea.

  • Con esta misma intención durante el pasado inmediato el currículum se globalizó.
  • Se impusieron unidades de aprendizaje teóricas centradas en torno de un tema o problema que actúa como centro de interés, lo que permite reagrupar contenidos muy diversos de geografía, historia, ciencias naturales, etc., siempre considerando al ser humano como centro y no pocas veces exaltando su capricho.

• La escuela Nueva de Dewey (1859 – 1952) centró el interés en el niño y en el desarrollo de sus capacidades; lo reconoce como sujeto activo de la enseñanza y, por lo tanto, el alumno posee el papel principal en el aprendizaje. El otro elemento que identifica esta tendencia pedagógica es que la educación se considera como un proceso que asegure el desarrollo social. La escuela prepara para que el niño viva en sociedad, y ella misma se concibe como una comunidad en miniatura, en la que se «aprende haciendo y compartiendo».

En la denominada Escuela Nueva se introdujo el trabajo por proyectos, que es una modalidad pedagógica que permite articular tareas de aprendizaje y contenidos diversos sobre la base de un plan que exige variadas competencias: búsqueda de información, investigación, colaboración.

• La Escuela Nueva también introdujo formación de profesores en áreas multidisciplinarias. Formar a los docentes en perspectivas múltiples y en una visión más compleja del saber debía facilitar un acercamiento más enriquecedor e integrado respecto de los contenidos.

La Escuela Nueva fue un paso, para quiénes lo dieron, hacia la revalorización de cada alumno y hacia el trabajo de desarrollar conciencia respecto a la realidad, pero aún no se desprendía de lo mundano; no planteó una clara trascendencia.

  La Nueva Filosofía Realista nos dice que el único ámbito de la Realidad al que tenemos legítimo acceso es a nuestra propia realidad. Y esto va también para el científico, el rey o el Papa. Afortunadamente nuestra realidad es inmensa y abarca hasta donde queramos verla, así como se enraíza aquí donde tenemos los pies.

  Hay muchísimo trabajo colectivo por hacer en elaboración y actualización permanente de contenidos para agiornarnos a la Realidad. Los ojos de la humanidad ya no son los observadores políticos y/o económicos, sino el telescopio James Webb y las sondas espaciales, que no permiten que nos distraigamos respecto a dónde estamos.

 Se habrá de reorganizar la economía depredadora y la política confrontativa para hacer frente a nuevos objetivos. Este pequeño planeta ya no puede sostener la avidez material ni el personalismo banal, y en cambio necesita de todos sus seres humanos sin que se malogre ni uno sólo.

Nos cuesta muchísimo superar la Edad Media.

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Marta Balbi

59 años de investigación ininterrumpida. Diseño de programa de Educación Ambiental para la ciudad de Bs. As. Anteproyecto de ley General de Educación 1992; estimulación temprana; educación precoz. Diseño de contenidos curriculares.

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