Como docente de alumnos secundarios, desde hace más de veinte años, estoy convencida de que si creemos en lo que hacemos todos los días… Si como facilitadores que somos, generamos más preguntas, antes de buscar respuestas… Si transformamos lo ordinario en algo extraordinario…Si en cada acción puesta en marcha, transmitimos y conmovemos al otro… Si generamos espacios compartidos de escucha genuina…Si aprendemos a no mirar a quien está cerca nuestro, desde el prejuicio… Si estamos cada vez más abiertos a nuevas ideas… Si salimos un poco del ego de la generación en que nacimos, y comprendemos los nuevos paradigmas que se están gestando… Si construimos ecosistemas de bienestar, y colocamos lo humano como centro… Si proponemos instancias de cocreación, y a la vez evitamos la competencia… Si somos permeables a la inclusión de las nuevas tecnologías…Si empatizamos la mirada, y por un momento quebramos las fronteras… Si inventamos espacios de construcciones colectivas, donde cada cual aporte su creatividad… Si fomentamos una educación integral, positiva y transformadora…Si somos eficientes e innovadores a la vez… Si sembramos redes, conectamos talentos y fuerzas inspiradoras… Si aprendemos, mientras enseñamos….
Y así los Si…. podrían multiplicarse, porque son innumerables los grandes desafíos que tenemos dentro de esta tarea tan, pero tan noble que es EDUCAR.
Pero no se trata solamente de enumerarlos, sino de desafiarnos de verdad, de interpelarnos a nosotros mismos para llevarlos a la práctica, hoy, mañana y siempre.
Es nuestro gran COMPROMISO que surge de considerar esta gran PASIÓN que sentimos por EDUCAR, no como una mera profesión, sino como una verdadera VOCACIÓN que nos entusiasma día tras día, y nos llena el alma.
Creo que es necesario retrotraernos a la etimología del vocablo VOCACIÓN (Del latín vocatio, que significa “llamado”). Estamos llamados hacia un determinado fin: estimular, inspirar y por qué no, contagiar desde el corazón.
Y de esta forma, nuestros estudiantes vivenciarán nuestros deseos de seguir aprendiendo. También absorberán los saberes más significativos para su vida. Podrán ser educados para la incertidumbre. Compartirán experiencia de aprendizaje, a través de motivaciones e intereses personales. Se centrarán en el desarrollo de habilidades blandas, demandadas empresarialmente. Trabajarán desde la autogestión. Podrán darse cuenta finalmente de que aprender vale la pena, y que es un estilo de vida que pueden elegir.
Y así, nuestra confianza, primero depositada en nosotros mismos, en lo que somos, creemos y en lo que queremos transmitirles, recaerá finalmente en cada uno de ellos. Se depositará en estas nuevas generaciones que necesitan volver a creer primero, en sí mismos, y luego en la Educación, y así juntos, continuar en este camino tan vivificante, al cual yo sigo apostando.
