Casos de estudio

“Aposté con un estudiante para motivarlo y ganamos los dos”

Hoy en día la motivación en las escuelas se ha convertido en un tema de debate porque muchos profesionales de la educación se quejan de que los estudiantes no se interesan por nada y aseguran que la única forma de lograr que trabajen bien es a través de la autoridad, la disciplina y la exigencia. Sin embargo, esta supuesta falta de motivación generalizada sí aparece en otro tipo de actividades como los videojuegos o el deporte y nos hace considerar nuevas estrategias pedagógicas como la integración, el coaching y la empatía.

La motivación se centra en suscitar interés para involucrar a los estudiantes en su propio aprendizaje, logrando autonomía y progreso, pero cuando se trabaja con grupos amplios, no siempre se puede recurrir a las mismas metodologías con todos.

Lo que me sucedió con un tercer año del turno mañana de la escuela secundaria 13 de Julio fue muy revelador para mí como docente de Literatura, porque después de todo un año de cursar a distancia por la pandemia estaban muy necesitados de conectar, tanto entre ellos como con el personal escolar.

Con Juliana, por ejemplo, había que relacionar todo con la astrología y dejar que de vez en cuando nos tirara las cartas del tarot. Con Felipe, había que orientarse hacia las historias épicas como El Señor de Los Anillos o Eragorn y con Valentín Oe, con Valentín… bueno, con Valen no funcionaba nada. Llegaba a la escuela cansado, fastidiado y a veces hasta había que despertarlo porque se dormía sobre el banco. Era, para todos los demás, un caso perdido. Sin embargo, cuando ocasionalmente se despertaba, demostraba ser muy inteligente. Tenía un gran andamiaje de saberes variados (seguramente adquiridos en primaria) y un profundo pensamiento crítico que quizás hasta rivalizaba con su profundo sueño matutino.

Cansado de ver como se seguía atrasando con las tareas y los trabajos, aproveché una charla informal en el recreo para conocer más de su vida y me contó que era deportista. Hacía natación en el Club Vélez Sarsfield y entrenaba por muchas horas.

Empecé a entrenar cuando se rehabilitaron las piletas después de la cuarentena y nadaba de lunes a sábado. Además, iba tres veces por semana al gimnasio. Esta era la primera vez que el club Vélez Sarsfield norte iba a un provincial y teníamos encima las miradas de todos”, me confesó Valentín, admitiendo que se sentía bajo mucha presión.

Para intentar cambiar esto, busqué una nueva forma de motivarlo combinando lo académico con lo deportivo. Aposté con Valentín que si lograba ganar la competencia de nado “Provincial Promocional Noviembre 2021” para la que había estado preparándose todo el año y presentaba todas las tareas atrasadas, publicaría su doble triunfo en un medio de comunicación para que todos pudieran reconocerlo.

Fue difícil encontrar un balance entre el secundario y el deporte, pero después de pasar los dos primeros trimestres académicos, le encontré la vuelta a la mayoría de las materias y las aprobé. Lo más difícil de todo era sentarme y que las horas de estudio rindan, porque cuando volvía de entrenar estaba cansado o con sueño y dificultaba que me concentre”, afirmó mi estudiante orgulloso por haberse puesto al día en la escuela. Sin embargo, todavía no había ganado la competencia.

El primer día en la competencia pensé en nuestra apuesta y que tenía que quedar en primer lugar para que me haga la nota, pero estaba muy nervioso y me fue mal en las dos carreras. En los 50 libres me descalificaron y pensé que su nivel era mucho mayor al mío. El domingo nadé los 100 metros estilo pecho con el temor de irme del provincial con las manos vacías y traté de nadar lo más rápido y técnico posible. Al terminar pensé que quedé cuarto, pero miré la pantalla con los resultados y vi mi nombre en el primer lugar. Estaba muy feliz de estar en primer lugar y estaba mucho más feliz por haber bajado mi tiempo de 1:22,13 a 1:18,86. No podía creer que había quedado primero, que era campeón provincial promocional”, me contó Valentín emocionado.

Al volver del fin de semana de la competencia en la costa, mi estudiante se encontró con que yo había sido reemplazado por la titular de la materia que se había recuperado de su licencia médica. Pasó todo el verano sin poder darme la noticia, hasta que la primera semana del regreso a clases escuchó mi voz en el pasillo. “Gané la competencia” me gritó antes de que me alejara y festejamos juntos, recordando los mejores momentos de la materia y la motivadora apuesta que hoy se convirtió en estos párrafos que están leyendo.

Nunca fui muy fanático de Lengua y Literatura, pero usted tiene una forma de dar clase que es poco ortodoxa y muy entretenida. Es fácil aprender con vos porque se ve que buscas la forma de que nosotros veamos la clase como algo más que solo leer libros y saber análisis sintáctico”, me dijo para mi completa alegría y sentí que había valido la pena conectar a ese nivel tan personal.

Entiendo que la palabra “apuesta” y “aprendizaje” pueden sonar fuertes cuando están juntas o quizás no tener sentido, pero más bien se trató de un acuerdo que hicimos, un compromiso que de alguna forma también terminó extendiéndose hasta otras materias y que despertó en ambos algo más que una nota en un boletín.

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