Tecnología educativa

Nuevas subjetividades y pantallas: ¿desmemoriadas, distraídas y desprevenidas?

Problematizando ciertos modos de ser y hacer que las tecnologías TIC nos proponen

Desde hace unas décadas atrás, los celulares han pasado a ser una prolongación indispensable de nuestro cuerpo: para entretenernos, vincularnos, trabajar, entre otras muchas prácticas cotidianas, por ser una pequeña computadora, liviana, portátil y con posibilidad de conectividad en todo momento y lugar. 

Actualmente la pandemia por COVID 19 aceleró los procesos de entrada en el mundo digital de niñas, niños, adolescentes y adultos de todo el mundo, que forzados por las circunstancias debieron transformar de manera veloz sus formas de aprendizaje o trabajo, ahora mediado por las pantallas. Los datos de diversas investigaciones indican que en la Argentina muchos individuos no poseen computadoras, pero la mayoría dispone de un teléfono celular. La explicación a ello sería la diferencia en los costos entre uno y otro aparato, que son realmente muy significativas. La pandemia puso aún más en evidencia las desigualdades sociales y económicas, no solo de acceso a dispositivos digitales y de conectividad, sino también las desigualdades de género, habitacionales, etc. 

De este modo, respecto a las tecnologías de la información y la comunicación se pueden abordar sus debilidades o los múltiples beneficios que les brindan a los usuarios. En este artículo propongo compartir y problematizar ciertos modos de ser y hacer que las tecnologías mencionadas nos proponen, con el fin de superar la miopía digital y favorecer comportamientos más atentos y responsables desde nuestro rol como educadores en las instituciones educativas.

En ese sentido, se puede reflexionar acerca de ¿Qué genera el uso constante de estos dispositivos en los sujetos tal cual se han propuesto empresarios, diseñadores y programadores?, ¿Cómo nos influyen en nuestras acciones y emociones? Ser conscientes de ello, nos permitirá diseñar estrategias educativas que promuevan una ciudadanía digital más plena. 

A continuación, voy a hacer referencia a tres aspectos claves: la memoria, la concentración y la seguridad, para explicar cómo las subjetividades actuales se han visto reconfiguradas en esos aspectos por el uso frecuente de las herramientas digitales, como notebooks, tablets, celulares, entre otros dispositivos.

El francés Michel Serres en su obra “Pulgarcita” (2013) describe a las generaciones que habitan la web, cuya característica principal es la destreza con la que desde sus pulgares emergen velozmente los mensajes. Los individuos ya no necesitan esforzarse en guardar informaciones en sus cabezas, ahora existen las herramientas digitales para buscar, consultar y guardar todo tipo de información: el significado de palabras, fechas históricas, números de teléfono, direcciones en planos, entre otras, todo está disponible en el mundo virtual, ya no se necesita protagonizar el papel de Funes el memorioso, el personaje del cuento de Jorge Luis Borges, quien poseía la habilidad de recordar cada instante de su vida de manera minuciosa.

Por otra parte, el entorno digital a diferencia del analógico le propone al internauta recorridos de lectura: abiertas y dinámicas, correspondientes a las ventajas del hipertexto. Aquí invito a imaginar la metáfora de las sucesivas ventanas que se van desplegando cuando visitamos un portal de internet, perdiendo la noción del tiempo, y desviándonos del objetivo inicial de aquello que se quería hacer. Nicholas George Carr (2010) refiere a esta característica de la distracción del usuario en los entornos digitales, en un apartado de su libro “¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?”. Esto último se vincula con la economía de la atención, conocimiento que empresas como Facebook o Netflix explotan a la perfección, cuando permanentemente suman aplicaciones para seducir y mantenernos conectados a las pantallas, dado que su objetivo principal es acrecentar sus ganancias económicas, que dependen directamente de mantener cautivo nuestro tiempo.

En el caso de Facebook las notificaciones sonoras o visuales de esa red social nos avisan que alguien publicó algo o nos puso un like. Los recuerdos nos aconsejan qué podemos postear, aunque habíamos considerado no postear nada en ese momento. También, nos indica quiénes de nuestros contactos o amigos cumplen años, para que no nos olvidemos de saludarlo. El objetivo detrás de todo lo mencionado, es que estemos allí, publicando, leyendo o comentando, da igual.

De ese modo, con respecto a las distracciones que provocan las tecnologías de la comunicación han surgido efectos indeseados, uno de ellos debilita los vínculos entre los miembros de una familia o en el ámbito escolar o laboral, entre otros, cuando una persona se da cuenta que es ignorada o que no recibe la suficiente atención del entorno, porque las otras personas están más pendientes de su celular, que de ella. Este fenómeno se conoce con el nombre de phubbing, término que surgió en el año 2009 cuando se popularizó el uso de los teléfonos inteligentes, constituyéndose en un tipo de violencia digital, al igual que el sharenting, el grooming, el sexting o el ciberbullying.

En muchas personas las tecnologías de la información y la comunicación han causado adicciones, no pudiendo “apagar o desconectar” sus teléfonos celulares en ningún momento a lo largo de las 24 horas del día. Existen aplicaciones que se conocen con el nombre de “bienestar digital” y proponen al usuario visibilizar el tiempo de uso en una red social, indicándole día a día las horas y minutos en las que ha permanecido conectado, para hacer conscientes las propias conductas y tratar de retomar el control de las mismas.

Por último, un tercer aspecto que deseo destacar comprende el cuidado respecto a la información personal que compartimos en la red, cuando transformamos imágenes, ideas y otros datos privados en públicos. En algunos casos sin darnos cuenta, en otros como contrapartida de usar alguna aplicación gratuita cuando pasamos por alto los términos y condiciones de privacidad. Entregamos a desconocidos datos muy sensibles de nuestra identidad, con la intención de poder usar un recurso gratuito y pasar un momento de diversión, así ha sido el caso de FaceApp para parecer más viejo o cambiar de género al instante. Así, ciertas empresas en un corto tiempo, de manera gratuita, obtienen una gran cantidad de imágenes para sus bases de datos, que les permitirán entrenar y mejorar sus proyectos de inteligencia artificial.

De esta forma, he recorrido aspectos claves ligados a las nuevas subjetividades en sus interacciones con el ecosistema digital, refiriendo a cómo afectan la memoria, la atención y la seguridad. Los mismos pueden ser trabajados desde las instituciones educativas junto a las familias, para que los consumos digitales de las y los estudiantes de todas las edades sean más responsables y permitan usos alejados de los sinsabores que posee la red, con la intencionalidad de acrecentar sus beneficios, para alcanzar una ciudadanía digital más plena. 

Pamela Vestfrid
Licenciada y Profesora en Comunicación Social, egresada de la FPyCS de la UNLP
Investigadora y docente del nivel superior en la ciudad de La Plata, integrante de FUNDANYCC
Email: pvestfrid@gmail.com

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Pamela Vestfrid

Licenciada y Profesora en Comunicación Social, egresada de la FPyCS de la UNLP Investigadora y docente del nivel terciario y universitario en la ciudad de La Plata, integrante de FUNDANYCC Email: pvestfrid@gmail.com

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